Rumiñahui: El último defensor del reino de Quito
Lectura: Rumiñahui: El último defensor del reino de Quito.
En las sombras de los Andes, en una época de caos y colapso, Rumiñahui, un guerrero inca cuya leyenda ha trascendido los siglos, resistió hasta el final la invasión española que fracturó el imperio del Tahuantinsuyo. Su historia, llena de valentía y sacrificio, es un testimonio de los últimos días de un vasto reino que alguna vez se extendió desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile.
Los primeros años de un guerrero ascendente
Rumiñahui, según el cronista indígena Guamán Poma, nació en el seno de una familia plebeya, pero sus habilidades militares y su astucia lo elevaron al rango de la nobleza guerrera. Su lealtad y destreza en el campo de batalla le ganaron la confianza de Huayna Cápac, el último gran emperador del Tahuantinsuyo antes de la llegada de los españoles. Fue durante las campañas en la costa norte de lo que hoy es Ecuador, y en la famosa batalla de Yaguarcocha, donde Rumiñahui destacó por su habilidad estratégica.
Tras la muerte de Huayna Cápac, el imperio inca fue sacudido por una feroz guerra civil entre los hijos del emperador, Huáscar y Atahualpa. Rumiñahui, un firme defensor de Atahualpa, se convirtió en uno de sus generales más confiables. Sus campañas en las batallas de Ambato, Tumipampa, Muyuturo y Cusipampa ayudaron a consolidar el poder de Atahualpa en el norte del Tahuantinsuyo. Sin embargo, las tensiones políticas internas pronto quedarían eclipsadas por la llegada de un nuevo enemigo: los conquistadores españoles.
La traición en Cajamarca
El 15 de noviembre de 1532, mientras Atahualpa y sus generales, incluido Rumiñahui, disfrutaban de las aguas termales de Pultamarca, llegaron emisarios españoles, encabezados por Hernando de Soto y Hernando Pizarro. Estos conquistadores, enviados por Francisco Pizarro, invitaron a Atahualpa a una reunión en la cercana Cajamarca. Aunque muchos de sus asesores, incluido Rumiñahui, desconfiaban profundamente de los extranjeros, Atahualpa accedió a la reunión, un error que sellaría su destino.
La captura de Atahualpa por los españoles en la plaza de Cajamarca fue un golpe devastador para los incas. Rumiñahui, que había sido enviado con 20,000 hombres para emboscar a los españoles si intentaban huir, esperaba ansioso la señal de ataque. Sin embargo, lo que escuchó no fue la señal acordada, sino el estruendo de los cañones españoles y el caos que se apoderaba de la plaza. La rapidez y brutalidad del ataque español desconcertaron a Rumiñahui, quien, al ver el caos y la fuga de la multitud inca, creyó que Atahualpa había sido asesinado.
Decidido a no arriesgar la vida de sus tropas en un ataque que ya parecía perdido, Rumiñahui se retiró con su ejército hacia Quito. Allí, tomaría una serie de decisiones que marcarían el inicio de su lucha desesperada por defender lo que quedaba del imperio inca en el norte.
La rebelión en Quito y el enfrentamiento con los cañaris
De regreso en Quito, Rumiñahui rompió sus vínculos con la aristocracia local y consolidó su control. En un movimiento radical, ordenó la ejecución de los hermanos de Atahualpa que aún residían en la ciudad, temeroso de que su lealtad a los cautivos españoles pudiera poner en peligro su causa. Además, cuando emisarios de Atahualpa llegaron a Quito con la misión de recolectar oro para el rescate del emperador, Rumiñahui desobedeció la orden y los mandó ejecutar, un acto que marcó su ruptura definitiva con cualquier intento de negociación con los invasores.
Mientras tanto, los cañaris, antiguos enemigos de los incas que habían sido sometidos durante las campañas anteriores, aprovecharon la confusión para rebelarse. Rumiñahui, decidido a mantener el control, lanzó una campaña brutal contra los cañaris, logrando sojuzgarlos de nuevo. Sin embargo, los cañaris, en un acto de astucia política, enviaron emisarios a Sebastián de Benalcázar, un capitán español que se encontraba en Piura, invitándolo a intervenir y ofreciendo su apoyo en la lucha contra los incas.
La llegada de Benalcázar y el colapso de Quito
Benalcázar, viendo una oportunidad de oro, no tardó en movilizar sus tropas hacia el norte. Con apenas doscientos hombres, pero respaldado por un ejército de cañaris, avanzó hacia Quito, enfrentándose en el camino a las tropas de Rumiñahui. En las batallas de Teocaxas y Riobamba, Benalcázar logró derrotar a las fuerzas quiteñas, aunque Rumiñahui continuó su resistencia con valentía y astucia, recurriendo a emboscadas y tácticas de guerrilla para retrasar el avance español.
Finalmente, en Ambato, Benalcázar forzó una batalla decisiva, pero Rumiñahui, viendo que la defensa de Quito era insostenible, optó por una retirada estratégica hacia el norte. Antes de abandonar la ciudad, tomó una decisión que marcaría su leyenda: reunió los tesoros que quedaban en Quito y ordenó la ejecución de sus trescientas concubinas para evitar que cayeran en manos de los conquistadores.
Los últimos intentos de resistencia de Rumiñahui tuvieron lugar en Yurbo, donde la caballería española aplastó a los restos de su ejército. Finalmente, capturado por las tropas de Benalcázar, Rumiñahui fue llevado ante el conquistador, quien, tras un juicio sumario, ordenó que fuese quemado vivo junto a sus principales capitanes.
El legado de Rumiñahui
La figura de Rumiñahui ha trascendido la historia para convertirse en un símbolo de resistencia. En la narrativa inca, su nombre es sinónimo de valor y sacrificio. Su lucha hasta el último aliento por defender Quito y el Tahuantinsuyo del invasor extranjero lo ha convertido en un héroe venerado, especialmente en Ecuador, donde se le recuerda como el último gran defensor del reino de Quito.
Su historia es un recordatorio de la resistencia indígena frente a la conquista española y de la complejidad de los últimos días del imperio inca. Rumiñahui no solo se enfrentaba a un enemigo externo, sino también a las traiciones y divisiones internas, como las de los cañaris, que aprovecharon el caos para recuperar su autonomía.
El fin de Rumiñahui fue trágico, pero su legado perdura. En las montañas de Ecuador, entre las ruinas y los paisajes que alguna vez fueron testigos de su resistencia, su memoria sigue viva, una leyenda que habla de lucha, sacrificio y un profundo amor por su tierra.
Autor del artículo
Rolando Rios Reyes: Es un educador peruano, especializado en la integración de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la educación. Estudió en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta y ha dedicado gran parte de su carrera a desarrollar recursos educativos digitales. Es conocido por haber creado la plataforma educativa "Carpeta Pedagógica", que ofrece una amplia variedad de recursos educativos, incluyendo blogs, WebQuests, y materiales audiovisuales, utilizados por estudiantes y docentes en diversos países.
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